El cierre de la vía que comunica a Bogotá con Villavicencio ha obligado a los conductores a tomar vías alternas, algunas fueron mostradas por los medios de comunicación pero significan un aumento considerable en el tiempo de desplazamiento, pasando de 2 horas del recorrido normal a unas 7 horas con cientos de kilómetros en mal estado saliendo por el Sisga o 12 horas por la vía a Sogamoso.
Sin embargo, hay otra ruta, más corta y al igual que la primera, con cientos de kilómetros sobre carretera sin asfaltar que curiosamente nunca fue anunciada como una vía alterna. Creo que el que haya solo 1 peaje entre Bogotá y Villavicencio es la razón, a ningún grupo empresarial le interesaría que los turistas tomaran esa vía.

La ruta es: Bogotá – Choachí – Ubaque – Cáqueza – Fosca – Gutiérrez – Guayabetal – Villavicencio. 221,7 kilómetros de los cuales al menos 80 son off road incluyendo el sector conocido como la ruta de los abismos entre Gutiérrez y Guayabetal, 45 kilómetros, con un tramo difícil que solo pueden superar vehículos 4×4 y motos de aventura o pequeñas utilitarias. Conociendo la ruta y habiéndola hecho en una trail de asfalto, decidimos volver en una moto más polivalente y de mejores capacidades doble propósito.
Gracias a Royal Enfield, tuvimos la Himalayan 400 Euro 4 para vivir nuestra aventura.
La ruta inició en La Calera, de allí tomamos el desvío que nos une con la vía a Choachí, una ruta que combina tramos asfaltados y off road, perfectos para empezar a calentarnos para lo que se venía. Al encontrarnos en la vía Bogotá – Choachí que también puede tomarse desde la capital por la circunvalar hacia el sur pasando la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. La vía está en muy buen estado y desde el páramo hacia Choachí está recién asfaltada lo que asegura diversión para quienes disfrutamos las carreteras de curvas y los paisajes imponentes, el recorrido desde Bogotá es de 53.7 km.
De Choachí a Ubaque hay solo 13 kilómetros pero la vía tiene muchos tramos con pérdida de bancada por lo que se reduce a un solo carril, está en aceptables condiciones, aún transitable para automóviles, los paisajes siguen adornando el recorrido y la Himalayan se siente a gusto, los tramos en mal estado se superan sin problema incluyendo los reductores de velocidad que aparecen de repente y sin previo aviso.

Aquí, si tienes tiempo, puedes visitar la Laguna de Ubaque, es un paraje muy bonito con exhuberante vegetación que está solo a unos 15 minutos del casco urbano. Si tu interés es llegar a tiempo, continúas hacia Cáqueza, una carretera 70/30, con más sectores off road que asfaltados pero transitable para cualquier tipo de vehículos, hay 23 kilómetros entre estos dos municipios y la vía no presenta mayores dificultades para una moto como nuestra Royal Enfield, que también, con su autonomía, nos permite adentrarnos en la montaña sin riesgo de quedar sin combustible ya que con tanque lleno, podemos hacer más de 300 kilómetros.
Para llegar a Cáqueza hay que tomar la vía Bogotá – Villavicencio en sentido hacia Bogotá por casi un kilómetro, allí está el desvío que te lleva al otro lado de la montaña. Es un municipio con más de 17 mil habitantes ubicado a una altura de 1746 msnm donde su plato típico es el piquete caqueceño hecho con vísceras de cerdo.
Nada interesante para quien esto escribe así que continuamos nuestro camino hacia Fosca, un municipio que escuchamos por primera vez al hacer esta ruta. Nos separan 19 kilómetros por carretera de montaña, algunos tramos al filo de la misma con una vista impresionante sobre el cañón del río Cáqueza. Hay varios sectores asfaltados y muchos más de carretera destapada pero que no suponen problema para vehículos de calle ni motocicletas.
A lo lejos se divisa el municipio, un pueblo pequeño, que en idioma muisca significa «fortaleza del zorro», está ubicado a 2080 msnm y la población es de casi 8 mil fosqueños, hasta este punto hemos recorrido 108.7 kilómetros y ni la Himalayan ni yo estamos fatigados, así que seguimos en busca de Gutiérrez, nuestro siguiente destino donde tomaríamos un descanso.

De Fosca a Gutiérrez hay 37 kilómetros en su mayoría sobre carretera sin asfalto, algunos sectores con lodo y 6 kilómetros recién asfaltados para llegar al casco urbano. La ruta sigue por la montaña pero alejados del cañón, en el camino encontramos lindos paisajes naturales y gente amable.
Nuestra Himalayan se mueve como pez en el agua, se nota que se siente a gusto en carreteras rutales donde el recorrido de las supensiones y mullido del asiento hacen que el camino siga siendo confortable. En este punto, para quienes desean más diversión, la posibilidad de desconectar el ABS en la rueda trasera sería un plus en esta aventurera.
El cielo se tornó gris y la lluvia llegó, más de la mitad del recorrido estuvo acompañado por agua aumentando el riesgo de resbalar en los sectores con barro. Pero curiosamente nuestra montura equipaba una rueda trasera de excelentes características off road, una Metzeler Enduro 3 Sahara mientras adelante llevaba la de serie, una combinación que aporta seguridad en terrenos de poca adherencia.
Al llegar a Gutiérrez decidimos parar en el parque principal, la neblina cubría el municipio y una lluvia ligera continuaba cayendo. Estuvimos allí unos 30 minutos esperando mejores condiciones climáticas pues el tramo más difícil estaba por venir, la ruta de los abismos, una carretera off road al borde de la montaña de 45 kilómetros hasta Guayabetal.
Para evitar que nos cayera la noche en el camino, tuvimos que partir aún con algo de lluvia y mucha niebla. Los primeros kilómetros están en buen estado, son transitables y los abismos aún no se hacen visibles. De repente estás al borde de la montaña y puedes ver muy lejos al fondo el Río Blanco, a unos 800 metros de altura, sin barrera de protección y superficie deslizante.
Afortunadamente no había llovido y el sol volvió a salir. Hay un sector muy difícil, una pendiente muy pronunciada para llegar a la cima y de ahí tomar en descenso de casi un kilómetro con muchas curvas en «u» y piedras sueltas que hacen que tu moto resbale sin control, es una aventura intensa en la que tienes que poner todas tus habilidades como piloto y los cinco sentidos al máximo para superar las dificultades, además de llevar una moto que te asegure unas buenas capacidades off road.
Al final te encuentras un río que debes cruzar, no hay puente pero no es muy profundo pero el agua llega a cubrir parte del cárter. La Himalayan nos permitió superar esta prueba sin problemas, sudando intensamente pero los frenos, suspensiones y poder de retención del motor fueron nuestros aliados para tomar el descenso, aunque en muchos sectores tuvimos que bajar prácticamente caminando. En sentido contrario, al regreso, el buen par motor de nuestra Himalayan nos permitió tomar las cuestas pronunciadas tranquilamente llevando el régimen entre 2000 y 2500 rpm para evitar que la rueda trasera patinara.

En algunos puntos paramos en medio de la loma pero pudimos arrancar de nuevo sin pérdidas de control. La altura del asiento también fue un gran aliado al permitirnos llegar con los dos pies al suelo sin problema, para controlarla en sectores difíciles.
Al llegar la noche arribamos a Guayabetal, un descanso pues estábamos a solo 32 kilómetros de nuestro destino pero por una buena carretera, bien señalizada y con asfalto en perfecto estado.
Llegar a Villavicencio se convirtió en una odisea para los motociclistas y conductores de vehículos particulares, las condiciones de las vías alternas suponen grandes dificultades y exigen un nivel de pilotaje avanzado para no quedar en el intento.
Al contar con una Himalayan 400 Euro 4, pudimos cumplir una cita y volver por la misma ruta, sin contratiempos más allá de los que las condiciones de la carretera imponen, pues nuestra invitada está hecha para superar grandes retos, caminos veredales y vías de difícil acceso con un motor confiable, una buena parte ciclo y la robustez necesaria para enfrentar aventuras al límite. Gracias Royal Enfield.